La exfoliación facial es un proceso de cuidado de la piel que implica la eliminación de células muertas de la capa superior de la piel, conocida como epidermis. Esta eliminación de células muertas revela una piel más fresca y renovada debajo, lo que puede hacer que la piel luzca más suave, más brillante y con un tono más uniforme. La exfoliación facial se realiza generalmente de dos maneras: de forma física y química.
Exfoliación física: Este método implica el uso de productos físicos como exfoliantes con partículas abrasivas o esponjas exfoliantes. Al masajear suavemente la piel con estos productos o herramientas, se eliminan las células muertas y se promueve la circulación sanguínea. Es importante no ser demasiado agresivo al hacerlo para evitar irritar la piel.
Exfoliación química: La exfoliación química utiliza ácidos (como el ácido glicólico, ácido salicílico o ácido láctico) para disolver las células muertas de la piel. Los productos químicos eliminan las células muertas y ayudan a mejorar la textura de la piel, aclarar manchas y tratar problemas como el acné. Las exfoliaciones químicas se pueden realizar en casa con productos específicos o en un entorno profesional, como un salón de belleza.
Es importante recordar que la exfoliación debe realizarse con moderación y de acuerdo a tu tipo de piel, ya que un exceso de exfoliación puede causar irritación, sequedad o enrojecimiento. La frecuencia de exfoliación varía según la persona, pero generalmente es recomendable hacerlo una o dos veces por semana. Además, siempre debes utilizar protector solar después de exfoliarte, ya que la piel recién expuesta es más susceptible a los daños del sol.
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